Si bien las Fiestas están directamente relacionadas con momentos de celebración y unión, que en algunos casos sirven para reencontrarse con personas que hace mucho no vemos, también es cierto que pueden oficiar como puente hacia conflictos. No es una novedad: para muchas personas la Navidad y el Año Nuevo son un detonante de peleas. Ya sea por un comentario fuera de lugar o una discusión que se va por las ramas y llega a mal puerto.
Fin de año. Cansancio, estrés. En estas fechas tan particulares todo se magnifica y, según cuentan profesionales, las emociones y tensiones tienden a aumentar cuando la familia se reúne. Incluso el comentario más inocente y bienintencionado puede derivar en un feroz “intercambio de ideas”.
Antes que nada, aclaro que me encantan las Fiestas de fin de año. Hasta podría asegurar que es mi momento preferido dentro de los doce meses y las cuatro estaciones. Por el reencuentro familiar, por la comida, por las charlas, por la música, porque se acercan las vacaciones. Por todo. Pero eso no quita que, en medio del pan dulce y el brindis, surja alguna pregunta incómoda...
Familia futbolera. Mundial en noviembre/diciembre. ARGENTINA CAMPEÓN DEL MUNDO DESPUÉS DE 36 AÑOS. “¿Y ahora? ¿Qué me decís?” “Ya no hay discusión entre Pulga y Pelusa. Pulga ganó la copa que le faltaba; es el uno indiscutido”. “Pelusa ya está, ya se fue”. “Y vos, ¿con quién te quedás?”. Todo esto ante la segurísima aprobación de los contemporáneos a Pulga y la mirada incrédula (y hasta -diría- nostálgica resignación) de los más viejos, los que en los 80 se golpearon el pecho de orgullo por Pelusa. Una piña de Tyson al mentón dolería menos…
¿De verdad se puede elegir a uno por encima del otro? Son el par de zurdas más emblemáticas que conoció el planeta… ¡Y salidas de la misma tierra! Sus estilos de vida son claramente opuestos, ¡pero sus almas futboleras son gemelas! La manera inconmensurable de amar a la pelota es la misma. Si hasta pareciera que Pelusa le cedió su cetro a Pulga. Le enseñó la técnica de los tiros libres. Para hablar de Pulga, Pelusa se olvidó del típico ego de los D10Ses, porque en más de una ocasión declaró, con total sinceridad y sin falsa modestia: “Ojalá gane el Mundial y me supere”. Y cuando Pelusa dejó el mundo de los mortales, Pulga aseguró: “Nunca se va a ir porque es eterno”.
Pelusa fue un artista. Es leyenda, es mística, es el amor hecho pelota. Un personaje de cuentos de epopeyas. Justiciero, porque les robó a los que nos robaron primero (y nos robaron peor). Porque hizo resurgir al menospreciado sur italiano. Es el Rey de los Magos, porque ninguno pudo copiar sus trucos. Estéticamente insuperable. Un espectáculo más allá del partido, porque las entradas en calor de Pelusa pagaban el ticket antes del pitazo inicial.
Y Pulga es el talento que siempre se supera. Estadísiticamente será el mejor de todos. Porque los pocos récords que no batió, ya los romperá en pedazos. En goles, en títulos. Cualquier número habido y por haber jugará a favor de Pulga. No hay equipo al que no haya vencido, ni arquero que no lo haya padecido. Su apodo, casi inofensivo, que no pareciera transmitir miedo a sus rivales, no condice ni con su hambre competitiva implacable, ni con la inmensidad de su figura y su ejemplo de vida. Porque lo de los 15 años en la cúspide del fútbol mundial no es para cualquiera.
Perdónenme, pero no puedo elegir a uno. No puedo ni quiero. Los dos fueron criticados despiadadamente, los dos lo intentaron hasta el hartazgo, los dos -tarde o temprano- lo lograron. Ambos nos dieron dos de las alegrías más maravillosas que tuvo este país tan necesitado de sonrisas. Los dos son argentinos, SON ARGENTINA.
Así que, si me permiten, al manual de preguntas incómodas de fin de año como “¿Cuándo te casás?”, “Para cuándo los hijos” y “¿A quién vas a votar en las elecciones?” le voy a agregar “¿Maradona o Messi?”. Y ya voy avisando que, desde este momento y hasta mi último instante con uso de razón, la respuesta -y de manera irrenunciable- siempre será la misma: "Maradona 'Y' Messi". "¡¡¡MARADONA Y MESSI!!!"
Porque en los millones de corazones que latieron a la par de sus goles y triunfos, Pelusa y Pulga, eternos inspiradores de sueños, son inseparables.